Éste ha sido un fin de semana largo durante el cual he estado tentado de escribir en el blog más de una y más de dos veces. Sin embargo, unas veces por unas cosas y otras por otras, no lo he hecho. Así que se me ha acumulado el trabajo.
Por tanto, lo mejor será que me ponga manos a la obra y aunque sé que esto va a quedar raro pues lo primero que se va a leer es lo último que ha pasado, éste es el formato blog y a ello hay que atenerse. Había pensando en hacerlo al revés, pero creo que ya iba a ser rizar demasiado el rizo por mucho que fuera a quedar mejor.
Empezamos pues por el viernes. El viernes salí tarde el trabajo debido a unos problemillas de última hora. Pero bueno, tampoco fue excesivamente grave. De camino a mi casa me pasé por la casa de uno de los compis de fútbol que padece una rotura de fibras en el gemelo. Él estaba allí, cojeando y su hija, en edad de merecer, no estaba por allí. Una lástima :-P.
Bueno, llegué a mi casa y comí casi a las 5 de la tarde. Comer más tarde de las 4 es un clásico los viernes y las 5 no es para nada inusual. Basta con que se atraviese un poco el final del día ... laboral.
Tras un breve reposo (ahora mismo no recuerdo si fue breve o no pero lo dejaremos en breve para que pueda quedar yo como una persona activa y dinámica) me acerqué al piso. Aquí empieza justamente el primer momento sobre el que quería reflexionar. Allí en el piso me dispuse a arreglar unas sillas que se movían mucho. Ya disponía de las instrucciones necesarias, instrucciones que me había dado un amigo nuestro de la familia que a la sazón es carpintero, así que procedí a meterles mano (a falta de alguien mejor a quien meter mano :-P).
De las seis sillas que teóricamente podían necesitar un trabajillo de restauración, al final sólo tuve que arreglar tres de ellas. La primera requirió de un trabajo completo. La desmonté y la monté utilizando la cola de carpintero como aglomerante. Además clavé unas puntillas en unos cuantos puntos críticos. Con las otras sólo pegué un par de trocillos que eran los que estaban sueltos pues si no tendría que desmontarlo todo y no es fácil cuando los barrotes están bien encolados.
Bueno, el caso es que acabé, no seguí las instrucciones al pie de la letra pero acabé. Y probé a conectarme a internet con el resultado de que pude hacerlo. De hecho allí estaba mi amigo Giovanni quien entre pregunta y respuesta propia y ajena, en un momento dado me preguntó cómo había llevado a efecto las labores de reparación de esos cuadrúpedos. La verdad es que la pregunta me extrañó pues si alguien sabe de bricolaje es él pero mientras le respondía me di cuenta de que en realidad sólo preguntaba para saber si yo lo había hecho de manera correcta o no. Al final lo había hecho de manera correcta aunque no perfecta. Pero eso ya lo sabía yo, pero como no tenía el utensilio que me hacía falta, me decidí a hacerlo aunque no fuera de la mejor manera posible.
Luego he estado por allí y las sillas se encuentran impecables. Tal y como comentaba el propio Giovanni,cuando el uso de la silla tiende a cero, el tiempo que el arreglo dura tiende a infinito. Así que será cuestión de ver qué uso tienen y cuál es el tiempo que dura el arreglo.
Bueno, pues todo esto era simplemente una introducción para el pensamiento sobre el que quería escribir. Y ese pensamiento no es otro más que ... ¿Por qué Giovanni siempre parece que está por delante de mí?. Ya ha pensado cosas similares y las ha descartado, ya ha arreglado lo que yo acabo de arreglar (o sabía cómo hacerlo) y ya ha vivido mucho más de lo que yo he vivido. Sí, es cierto que el otro día le mandé la página ésta para arrancar el ordenador con un linux en el pendrive. Pero eso, además de no ser significativo, resulta que también me lo habían contado a mí ese mismo día :-D.
En fin, luego lo pensé y vi que era lógico. No sólo en cuanto a las vivencias que él ya ha tenido y yo todavía no, bien porque no he tenido la oportunidad, bien porque no he querido, sino también porque aunque cuando nos conocimos hace 7 años la diferencia de edad podía parecer más sustancial, hoy en día esos 3 años que nos separan se antojan poca cosa. Umm, 7 años. Es cierto, precisamente este miércoles se cumplen 7 años desde que firmé el contrato en la empresa. Madre mía , cómo pasa el tiempo. En fin, tan deprisa pasa que así se me ha pasado la noche escribiendo en el blog y en el messenger y sólo he podido terminar la primera parte :-).
Mañana, más.
Un saludo, Domingo.
Post Scriptum: A saber lo que pondrá Giovanni en el comentario. Casi prefiero que me lo diga en la cafetería ;-).
lunes, marzo 12, 2007
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