Ya lo dicen algunas de nuestras abuelas y es que los hombres de hoy en día no tienen la calidad de los de antes. Y la verdad es que parte de razón no les falta; si nosotros hubiéramos tenido que trabajar como nuestros abuelos o mejor dicho, si nosotros tuviéramos mañana que trabajar como lo hacían nuestros abuelos, notaríamos muy mucho la diferencia. Y no digamos si encima nuestros abuelos trabajaban en el campo. Por no ir más lejos, yo quizás notaría algo la diferencia entre estar cómodamente sentado con un ordenador por delante y llamando o atendiendo esporádicamente el teléfono para hablar inglés (incluso ahora chapurrear un poco de francés) y estar cuidando cabras como en su momento hizo mi abuelo materno.
Pero la pérdida de calidad no es perceptible sólo en el terreno físico, ésa es en cierta forma lógica debido no sólo a la carencia de ejercicio físico exigente sino también a la diferente nutrición. Nuestros abuelos no se tomaban dos petit suisse con las proteínas de un bistec. Se tomaban el bistec ... si tenían suerte y luego iban a que la proteína se fijase bien al músculo. Como decía, la pérdida de calidad también es perceptible en otros sitios, por ejemplo en la pérdida de calidad del esperma. A ver si cuando me haga falta no voy a tener que acordarme de la madre que trajo a los cómodos slips :-D.
Y bueno, ya fuera de bromas, en realidad lo que quería hablar era de la calidad futbolística o simplemente de ese algo que cualquier persona puede demostrar y hasta derrochar a tierna infancia y que le convierte en especial. Dicen de mí que fui un chaval precozmente maduro y es algo que creo que cuadra con lo que recuerdo que vi y viví. No sé si cuadraría con lo que realmente vi y viví, pero al menos con lo que recuerdo sí :-D. Pues eso, que fui un chaval maduro en cuando a lo que la psique se refiere pero en pocas cosas más diría yo. En particular no en el fútbol por cuyos campos todavía me arrastro dándome por satisfecho si acaba el partido y he corrido un rato y no digamos si encima he cortado balones, dado pases de gol o hasta marcado.
Vamos, todo lo contrario que el muchacho que vi ayer domingo. Realmente era para haberlo grabado con una cámara. Se trataba de un niño de 7-8 años a lo sumo. Delgadillo como un fideo, tanto que casi pensaría uno que estaba al borde del raquitismo. Sin embargo, tan frágil cuerpecillo escondía dentro unas aptitudes absolutamente innatas para el fútbol. Vaya primero que el balón casi le llegaba a la altura de la rodilla, algo sin duda curioso cuando a los demás, incluido a los malos como yo :-D, nos llega un poquito por encima del tobillo. Pero eso no suponía ningún problema para él; amagó, pasó y hasta disparó con un atrevimiento rayano en la locura colectiva... al menos la mía que no daba crédito a lo que veía. Además, se desmarcaba, pedía el balón, lo conducía, lo pasaba a la banda ... por hacer, hasta cuando lo perdía metía el cuerpo (o sucedáneo) y lo recuperaba.
Fue increíble. No pude más que recordar por un momento aquel partido de hará unos 12 años en el cual nos enfrentamos a un niño parecido sólo que éste estaba gordito. Mi hermano lo bautizó como "El Albondiguilla" con ánimos evidentemente humorísticos. Pero "El Albondiguilla" destapó el tarro de las esencias, le recortó, le cacheó, le hizo un poquito de todo y ya al final del partido mi hermano no pudo sino exclamar .... "Pues no es tan malo como parecía el albondiguilla éste".
Por supuesto yo le dediqué una canción que todavía de vez en cuando le canto; es una adaptación de la mítica que todavía hoy se le dedica a Juan Gómez "Juanito":
¡¡¡Illa, Illa, Illa, Albondiguilla Maravilla!!!
¡¡¡Illa, Illa, Illa, Albondiguilla Maravilla!!!
¡¡¡Illa, Illa, Illa, Albondiguilla Maravilla!!!
Y es que la calidad, el talento, a veces no está reñido con ser un llaverín. Y también a veces se da cuenta uno (y por supuesto hablo de mí mismo) de que no se puede creer superior a nadie o se expone a que llegue un niño de 7-8 años a enseñarte un poquito de humildad.
Un saludo, Domingo.
lunes, abril 02, 2007
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1 comentario:
Ah, el futbol, tantos recuerdos con un balón cerca (y no tan cerca). Si, cierto es que ahi quien nace para el balompié y quien no, yo, vivo ejemplo de la calidad personificada hago hoy en tu blog un ejercicio de humildad al afirmar que no soy tan bueno como parezco. Recuerdo que hace muchos años en el ilustre estadio de fatima donde en aquellos momentos se fraguaba mi leyenda, un chavalillo llamado carlitos me partió la cintura en tres al intentar robarle el esférico presa de la prepotencia de la que a veces pecamos los cracks. Esa es mi confesión de hoy. Mañana más.
A.C. Oliver, born to the soccer
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