Bueno, vamos a ver. Creo que lo había dejado en plena cima a punto de emprender el descenso. Alentado por la idea de entrar en calor con el movimiento, me arranqué aunque todavía tardamos un poco en salir puesto que antes nos hicimos unas fotos con el pólder de Zafarraya de fondo, visitamos un nevero natural formado por una sima de un montón de metros de profundidad. Para los aficionados a la física clásica, una piedrecita tardaba en caer de tres a cuatro segundos y por supuesto nada nos aseguraba que hubiera caído al fondo, podía haber golpeado con algún saliente o alguna pared. En su momento la gente bajaba atada con cuerdas con cubos para subirlos cargados de hielo. !!Cómo me alegro de trabajar de informático :-)¡¡
Tras eso nos hicimos las correspondientes "afotos" con Jesús y Samuel encaramados al "cipotín" de unos 4 metros de altura al que habían accedido a través de unos escaloncillos de metal puestos a tal efecto. Tras la sesión fotográfica y que un gentil caballero que hacía ostentación de su móvil con GPS nos dijera que aquel sitio era en realidad unos 8 metros más bajo que otro a unos 100 metros por el que se pasaba de camino al mismo, emprendimos el descenso.
Lo primero que hicimos (por seguir becerrilmente a las cabras montesas del grupo) fue acercarnos a un talud impresionante donde hicimos algunas fotos. A continuación tocó volver a encontrar la senda que nos había llevado a la ida para seguirla en la bajada. Costó un poco porque habíamos bajado bastante y todavía teníamos las piernas débiles pero lo conseguimos. Además tras esa mini-subida pudimos (yo al menos) observar que mi cuerpo había entrado de nuevo en calor y que volvía a encontrarme bien.
Pasado un cierto punto, elegimos cambiar la ruta precisamente a la que seguimos hace 5 años que entre otras cosas pasa por una especie de puente natural de entre 3 y 8 metros de ancho que reconozco me dio menos canguelo que la vez anterior (como casi todo el viaje en sí) pero que sin duda también impresiona a los que como yo somos alérgicos a las alturas sin barandilla.
Otro día aprovecharé para poner algunas de las fotos de los sitios por los que pasamos, hoy es muy tarde, aunque voy a seguir escribiendo un poco antes de guardar como borrador :-). Bueno, como iba diciendo, pasamos por allí y un poco después llegamos a una pequeña encrucijada de la que podíamos salir de dos formas, ambas perfectamente válidas. Continuamos el descenso haciendo alguna que otra parada para seguir comiendo y bebiendo.
Recuerdo con nitidez que tuve la tentación, pero sólo la tentación, de quitarme las botas pues tenía los pies molidos. Eso sí, no lo hice porque sabía que hubiera sido complicado volvérmelas a poner :-). Al menos ya ahí llegué a una de las conclusiones del viaje. La vaselina puede evitar ampollas y rozaduras pero no vale para nada en cuanto a quitar cansancio concierne jejeje.
El resto del descenso no fue tampoco demasiado destacado salvo que durante un tiempo pensé que se me había roto la mochila :-O. Y alguno dirá, ¿la mega mochila de 14 euros del Decathlon?. Pues no, ésa no. Como a Jesús se le había roto la mochila durante la subida, y yo había llevado también algo más de peso de su mochila, para el descenso me la cambió. Amablemente se ofreció también a llevar más peso de lo que hubiera sido necesario y yo tengo que confesar que no le dije que no jejeje. Y claro, yo pasé a llevar su mochila rota, pero con la particularidad de que antes de bajar salieron a relucir todos los capítulos de MacGyver y sólo tuve que nombrarle la navaja suiza para que captara inmediatamente la forma en que podíamos arreglar temporalmente la maltrecha mochila.
Así la arreglamos y durante un tiempo aguantó sin problemas. Sin embargo, de repente se rompió el otro tirante y yo supuse que mi empeño en dejarla cargada con más peso del que Jesús quería había sido el detonante. Bueno, eso fue hasta que harto de retrasarme porque no podía cogerla bien, la cogí con una mano y entonces me di cuenta de que el tirante no estaba roto sino que simplemente se había salido del enganche. Se me quedó cara de tonto, menos mal que iba el último y nadie me vio jejeje.
Y poco más hay para destacar de la bajada a no ser que por enésima vez en los sitios más resbaladizos me alegré de llevar unas buenas botas nuevas en vez de unos buenos tenis usados. Eso y que después de que en la subida nos adelantaran todos los que pudieron adelantarnos, en la bajada primero nos adelantó y luego acabó un rato más tarde que nosotros (quizás se perdió) un tipo que iba solo. Y con éstas, casi 3 horas después, llegamos al campamento base donde pude darle el cambiazo a las botas por el calzado deportivo habitual así como cambiarme las ropas por algo menos húmedo y menos sudado.
Tras unos minutos de relax en el que di cuenta de otra manzana, la segunda del día además de aquélla a las 6 de la mañana, metimos las cosas en el coche y partimos en dirección a la Venta "Los caños de la Alcaicería".
Allí paramos otro rato, mis compañeros tomaron algo (yo no porque en realidad no había parado de comer o beber desde que salimos y no se me apetecía nada) y tras otros minutos de relax, carretera y manta de nuevo para Málaga. En Málaga, a las 19:00 en punto, tal como marcaba el horario previsto por la organización, dejamos a Jose y Samuel. Ése fue el momento en el que, al bajarme del coche, pude notar que al día siguiente las agujetas no me las iba a quitar nadie. Pero bueno, al menos podía y podría moverme no como hace 5 años :).
Tras dejar a Jesús, llegué a mi casa y me di cuenta de que no había probado las barritas energéticas que comprara en el Decathlon y entonces me decidí a comerlas. Pero vi la información calórica de las mismas y me dije ... mejor me como el bocadillo de jamón y queso que me falta por comer y que probablemente tendrá muchas más calorías, pero al menos no me sentiré mal por ello; es más, me sabrá más a gloria de lo normal. Y así fue ;-).
Al día siguiente me levanté y noté que ambos glúteos estaban preparados para la guerra salvo por las inevitables agujetas en la zona alta. Además noté también que tenía unas ligeras molestias en la zona de las rodillas (mis compañeros se habían estado quejando también de las rodillas durante la bajada). Salí para el trabajo y salvo por los dolores típicos al arrancar a andar, el resto del día pasó de forma correcta e incluso no volví ni a sentir problemas en las rodillas. Las agujetas de donde la espalda pierde su casto nombre sí que tardaron un par de días en desaparecer completamente :-).
Un saludo, Domingo.
lunes, mayo 07, 2007
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