sábado, septiembre 22, 2007

Comer fuera

Esta entrada debería ser anterior a la última pero bueno, las cosas son como son y realmente hoy es el primer día que he podido ponerme a escribir sobre las migas de Comares ... ummm, qué ricas que estaban.

La verdad es que más bien debía hablar de que mi forma física no es lo que era y que, si bien estamos intentando mejorarla, el régimen de comidas que llevo, tampoco ayuda mucho. Sí, quizás sea mejor empezar por ahí. Bueno, resulta que tras un mes de agosto aciago en lo deportivo, por el parón de los sábados y porque el trabajo me impidió ir un par de veces al partido de los jueves, ahora en septiembre la cosa quiere normalizarse. Eso sí, yo noto perfectamente los kilillos de más que tenía con respecto a antes del parón y es que cada vez está más claro que el deporte me hace falta "como el comer" :-D.

Además, hemos empezado ya en el trabajo con la jornada completa en vez del horario de verano y eso hace que tengamos que comer allí con más frecuencia. Todos los días, vamos, y eso también se nota. Por este motivo había pensado yo en que podía ser éste un buen momento para ponerse a dieta donde ponerse a dieta significa comer menos y sobre todo, comer menos fuera.

Pero las cosas no son tan fáciles pues justo en la semana en la que decido hacerlo, es la que más tengo que comer fuera o "peor" como en casa :-D. En mi descargo diré que cuando como en el trabajo el primer plato suele ser bastante ligero y que cuando hemos salido a cenar, también he optado por las cosas más ligeras.

Bueno, eso fue hasta que fuimos a Comares. El domingo pasado tras pensarlo mucho y cambiar mucho de planes, cogimos el coche nuevo y junto a tres personas más, pusimos dirección a Comares. La verdad es que la carretera no es mala, pero sí que tiene bastantes curvas y alguna que otra muy pronunciadas. Eso sí, al menos son carreteras anchas. Pues eso, cogimos el coche y con Carlos Núñez y Amaral de música de fondo (entre otros) empezamos a subir y subir y subir. Arriba, tras un stop, lógico pero un tanto "aturdidor", llegamos al pueblo. Un pueblo blanco típico de la Axarquía, muy bonito, con callejuelas muy cuidadas y apto para hacer turismo ... aunque era mucho más pequeño de lo que yo me imaginaba.

Entre las cosas que más nos llamó la atención, el monumento al fiestero, un/a personaje/persona popular en el pueblo, a la primera panda de verdiales y sobre todo, el instituto de creación de empleo o algo así. Estuve tentado de entrar, decirles cómo era el trabajo que yo quería, incluyendo horario, vacaciones, sueldo etc para que me lo crearan pero al ser domingo, no sé yo si hubiera tenido mucho éxito en mi empresa.

El caso es que, no sé si habría más por ver, pero aparentemente lo poco que había lo vimos rápido. O quizás es que el hambre que manejábamos nos hizo darnos prisa, no sé, pero al rato estábamos ya comiendo en "El molino de los abuelos" o algo así. El restaurante resultó ser un caserón antiguo rehabilitado como hotel/restaurante. El menú diario tenía un precio casi prohibitivo para ser menú, 12 euros, si mal no recuerdo. De hecho me llamó mucho la atención que comer a la carta saliera prácticamente por el mismo precio. Comimos nuestros entremeses, nuestro plato fuerte y postres y al final salió a 14 euros por persona.

Pero el precio es lo de menos. Para contar son las migas que nos pusieron ... madre mía. Después de dos días conteniéndome, ahí reconozco que me pudo la gula y me pedí lo que yo imaginaba que debía ser un plato tan rico como calórico. E independientemente de las calorías, rico estaba un rato. Cierto es que no se parecían en nada a las que hace mi abuela, que básicamente sólo llevan pan, agua y me imagino que un poco de ajo, aceite y esas cosas, y a pesar de todo están muy buenas. Pero éstas estaban mejores. Quizás ayudó el hecho de que llevaran chorizo y tocino pues ya se sabe que el sabor de las comidas proviene fundamentalmente de las grasas y la sal, pero en cualquier caso estaban de vicio. La lástima fue que no pude acabármelas y es que no resultan un plato ligero precisamente.

Sólo un comentario más al respecto del sitio. Está regentado por una señora mayor que tiene pinta de ser de la Europa del Este, rumana quizás a juzgar por los dientes de oro :-). Era gracioso ver a una mujer con ese acento tan peculiar ofreciendo los platos típicos andaluces. Y más cuando me dio por pedir gazpacho en vaso para beber y ella con un cierto tono de alarma dijo algo así como ... "Nooo, gazpacho es comida. Si quieres yo te pongo vaso pero gazpacho es comida". No pude sino cambiar de opinión y decirle que me lo pusiera en un tazón para así tranquilizar su espíritu :-). Por cierto que el gazpacho me resultó más bien insípido.

Y de Comares poco más tenemos que contar. Cogimos el coche, dejamos a todo el mundo donde correspondía y tras despedirnos y descansar un rato ... a casa de mi prima al cumpleaños del marido ... a cenar fuera, claro está.

Bueno, visto lo visto, habrá que seguir dándole al deporte. La noticia positiva es que he vuelto a coger la bici los sábados para complementar que seguimos en cuadro. Lo nuestro es afición y ganas de movernos, jugar un sábado a las 9 y media cuatro personas dos para dos y además, el que tiene más edad y el que tiene menos, vamos en bici. A ver si alguien lee esto y se anima. Y que conste que no sólo va por ti Oli ;-).

Un saludo, Domingo.

2 comentarios:

Vicente Torres dijo...

Te he dado el premio solidario.
Saludos,

A.C. Oliver dijo...

Ya sabes que yo ir, iria si no fuera por los compromisos laborales. Este sabado descanso y lo mas seguro es que vaya, eso si, a las 10 allí si puede ser.
Con respecto a Comares, yo estuve el año pasado porque una amiga mia es de alli y fuimos de casa rural. A mí lo que mas me gusto fue el mirador desde el que se ve Velez y demás y del que nada has comentado. Recuerdo que nuestro cachondeo era que en los carteles de sitios emblemáticos contaba la historia de un moro que fue rey de Comares y Mijas, el cual debió de pasar media vida viajando en burro desde una punta a otra por las montañas.

A.C. Oliver, comareño de adopción