Dinant es un pueblecito pequeño en la parte francófona de Bélgica. Ni que decir tiene que yo nunca había escuchado hablar de él. El caso es que nos hablaron de su ciudadela y en general de su belleza y aconsejado por los que ya habían estado allí antes que nosotros, cogimos el tren hacia allá. Lo malo era que el viaje en tren duraba dos horas, pero bueno, tomado por el lado positivo, eso significaba que ese día podríamos descansar algo, aunque sólo fuera por tirarnos 4 horas sentados en un tren :-).
Empezó el viaje hacia el sur y pronto vimos que el paisaje era más "descargado", un verde más clarito, hierba en vez de árboles y un río con el que jugueteábamos a acercarnos y alejarnos. Hicimos múltiples paradas pero al menos esta vez (la única) los mensajes eran en Francés. En francés también nos habló un revisor que nos dijo que para ir a Dinant teníamos que ir en uno de los cinco últimos vagones o algo así. Eso me recordó a aquella vez en Nueva York en que sólo los primeros vagones paraban en Staten Island y allí nos tenías aprovechando todas las estaciones para ir recortando la distancia con el primero, primero que al final alcanzamos.
Total que seguimos las indicaciones del caballero y en la estación indicada, nos retrasamos hasta uno de los vagones que tenían destino Dinant. Al cambiar de vagón, nos encontramos de nuevo con el revisor quien con un gesto nos indicó que efectivamente seguíamos el buen camino.
El tren se "partió" como una lagartija y lo que sería la cola, donde estábamos nosotros, "partió" con destino Dinant a donde llegaríamos una horita después más o menos. Aunque dudamos, a la vuelta no sería necesario tal cambio.
Y como dije antes, un par de horas después, tras unos cuantos minutos de juguetear con el río, nos paramos en la estación de Dinant donde intentamos comer (comida rápida) pero al ser las dos menos 5, no pudimos pues cerraban a las dos. Partimos en dirección a la ciudad y allí nos encontramos con una vista sorprendente:
La ciudad se encuentra partida en dos por el río, a un lado la monumental iglesia y el empinado ascenso a la ciudadela y por otro la estación de trenes. A ambos lados, una hilera de comercios y casitas campestres. Cruzamos el río por el Puente Charles de Gaulle, tal como rezaba una placa y es que en Dinant fue herido tan sobresaliente personaje tal día como hoy (aunque sólo pasen unos minutos de las doce) hace 93 años. Por cierto, justo enfrente de la placa se hallaba ondeando al viento la bandera española :-D. Algo normal cuando la placa alababa la lucha por la libertad de De Gaulle :-P.
Bueno, cruzamos el río, y comimos en el Rey de los Mejillones un par de platos enormes que no pudimos acabar. Una ensalada de la cual dejé la mitad y un volauvent de pollo que tampoco estaba mal. Sin embargo, en relación calidad/precio, distaba muchísimo de la carne en salsa que habíamos comido el día anterior en Amberes en un puesto de comida rápida.
Tras la comida, asaltamos un "Carrefour" en busca de unas galletas que aquí no se venden, una botella de agua y no sé qué más. También entramos en un "Casa" a comprobar que lo de los puntos rojos que indican que el artículo está rebajado al 50% también funcionaba allí. Jejeje.
Bueno, llegamos al pie de la iglesia, que no se podía visitar, pero que significaba el inicio de la subida a la ciudadela, la fortaleza que había arriba como a unos 30-50 metros en vertical.
Empezamos la subida a la ciudadela (previo pago de 6 euros o así cada uno) y las escaleras eran algo más o menos así :-D. No me extraña por tanto que la parte de mi familia que estuvo allí antes, se decantara por el teleférico en vez de las escaleras. Yo, por supuesto, elegí escaleras :-).
Y llegamos arriba donde había vistas tan impresionantes como la siguiente (nótese la inmensa iglesia cuyo pico se puede ver en la esquina inferior derecha):
En la ciudadela, tuvimos ocasión de ver a una colombiana y un belga que tenían aspecto de haberse conocido por internet y, es más, de no durar mucho pues ella parecía digamos ... un pelín casquivana, a la par que no demasiado inteligente. Cuando escuchó hablar en español hizo un intento de pegarse a nosotros, intento no correspondido y menos después de tener que escuchar algo así como: "¿Ahh, de España. ¿Y es la primera vez que visitan Europa?. "
Allí nos dijeron que había una visita guiada y nos esperamos a ella. Un guía bilingüe francés/neerlandés iba explicando toda la historia del sitio y la zona. Cuando el conde no sé qué ordenó ahogar a 400 orfebres atados de dos en dos para acabar con la industria en la zona, cuando en la primera guerra mundial se atrincheraron y encontraron en una sala los cadáveres de unas decenas de alemanes y franceses, que un poco más para arriba estaban las cenizas de los mismos con un letrero en francés y alemán que ponía "Caídos por la patria" pues era verdad en ambos casos, etc. Fue una visita amena, y las explicaciones en francés más o menos se entendían, al menos para mí, para los que hablaban francés imagino que seguro que sí :-). Al final había un cartelito que sugería que se diera propina al guía pero cuyo contenido entendimos una vez ya era demasiado tarde :-P.
Y tras la visita, mejor dicho, tras esperar que nuestra amiga colombiana desapareciera, procedimos a bajar las escaleras y pusimos rumbo a la estación de trenes. Llegamos allí y en apenas unos minutos pasó el tren que nos llevaría de vuelta a Bruselas. En ese mismo tren me enteré de que el líder del Tour estaba siendo investigado por doping y que un español era segundo. Aunque estaba seguro de que no sería así, nos bajamos en la estación del cambio de vagones a preguntar si había que hacer algo y al final sólo conseguimos un cambio gratuito de vagones, pero ya daba igual :-).
Llegamos a Bruselas y tras ducharnos, fuimos a cenar al restaurante croata donde habíamos quedado con nuestros amigos. Una comida buena, aunque yo seguía prefiriendo las "carbonades" del día anterior en Amberes. Tras la cena, fuimos a casa de nuestros amigos, les dimos los regalos que para ellos habíamos traído y, demasiado tarde quizás, llamamos a un taxi, conducido por el mismo taxista que la vez anterior, para que nos llevara de vuelta al hotel donde podríamos recuperar fuerzas para el segundo día dedicado en exclusiva a Bruselas.
Un saludo, Domingo.
martes, agosto 14, 2007
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