sábado, agosto 25, 2007

Vacaciones: La vuelta

Bueno, no está contado todo pero al menos sí lo más importante ... que se puede contar, claro está. Llegamos al día de vuelta. La noche anterior, tras llegar tarde al hotel, nos habíamos llevado una grata sorpresa al comprobar que el vuelo salía más tarde de lo que recordábamos: ¡¡¡¡¡Bien!!!!!

Bueno, nos levantamos, desayunamos, cogimos las maletas y tras confirmar que no quedaba nada que pagar, un taxi nos evitó la molestia de tener que andar 10 minutos por el empedrado acerado . Llegamos a la estación, vimos que había otro mercadillo en el que no nos paramos a comprar, jejeje y tras confundirme de dirección, tuvimos que dar un largo rodeo para poder entrar a la estación. Y hete aquí que empieza un día ... quizás no tan bueno como los anteriores. El retraso en llegar a la estación (no todo achacable a mí, por cierto :-P) nos hizo tener que coger un expreso al aeropuerto casi por los pelos, pero bueno, lo cogimos. Además, en este caso tuvimos hasta suerte porque anunciaron por megafonía que el tren entraría por otro andén y no sólo escuché el mensaje sino que hasta lo entendí y fuimos directos al nuevo andén. Sigo pensando que una cuidad turística debería dar ese tipo de mensajes también en inglés, pero bueno.

El caso es que cogimos el expreso para el aeropuerto y a diferencia del que nos había llevado a la ida, éste parecía no tener prisa y dar muchos rodeos. Quizás sean imaginaciones mías, pero el caso es que llegamos y quedaba una hora y poco para que saliera el vuelo. Así que ponte a subir las dos plantas de rigor hasta llegar a la zona donde están los stand de las líneas aéreas y luego anda un ratito más hasta llegar al de Iberia. Allí, con casi una hora para despegar todavía, ya estaban llamando a los últimos pasajeros del vuelo y es que no en vano, luego descubriríamos que se tarda casi media hora en llegar a la puerta de embarque. No sé si es que ese aeropuerto es enorme o está mal diseñado o qué pero tuvimos que andar bastante y dar muchas vueltas hasta que llegamos a la puerta de embarque, puerta de embarque que se abrió nada más llegar nosotros.

Todo iba sobre ruedas, un pelín justillo pero sobre ruedas. Lo demás debía ser coser y cantar una vez montados en el avión. Y así hubiera sido de no ser porque por una vez, mi más fiel amiga , la biodramina, se fue por ahí de picos pardos o de compras o quién sabe y no cumplió la misión que yo le había encomendado. Dicho en román paladino, me puse más malito que un perro y en la maniobra de aproximación a Madrid hubo un traspaso de contenido gástrico hacia una bolsa de papel que milagrosamente estaba por allí en el asiento. Salí del avión con la cara que imagino tenía y allí tocaba por un lado adecentarse en el cuarto de baño, lugar donde vi que había sudado como un auténtico descosido y luego descansar un rato para "afrontar" la segunda y poco halagüeña parte del viaje. Me encontraba bastante mal pero me tomé otra biodramina ... "just in case" y, afortunadamente, ésta sí funcionó.

Así que llegamos a Málaga, sentimos de nuevo el calor de la ciudad (que no de sus gentes) y procedimos a coger el autobús que nos llevaba al parking. Cumpliendo todos los pronósticos, el coche estaba sano y salvo y aunque aún tironeante, me llevó (me llevaron) a casa y tras el preceptivo beso de despedida, aterricé en la casa paterna cargado de regalos tan inesperados como casi agradecidos diría yo :-P.

Eso sí, a los 10 minutos llegó mi prima, la misma que dos semanas después me haría primo, tito, padrino de una niña preciosa, acompañada de su hasta entonces único hijo nacido. Éste fue el único que quedó entusiasmado con su regalo, pero es normal, yo también lo estaría si fuera un niño de 5 años y me regalaran un cuaderno de colorear de Buzz Lightyear :-D.

Y poco más le queda al viaje a Bruselas, viaje con unas 500 fotos, cantidad que después se ha demostrado que no es exagerada ni mucho menos.

Un saludo, Domingo.

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