viernes, junio 01, 2007

Zurich III

Seguimos con las mini-entregas. Amaneció el lunes, un poco nublado y más frío que el domingo pero todavía agradable. Eso sí, se suponía que durante el día bajarían mucho las temperaturas y llovería. Lo segundo sí ocurrió, lo primero realmente no porque se quedaron en una cifra agradable, tanto que me sobró el jersey que llevaba entre la camisa y la chaqueta. Pero bueno, no nos adelantemos.

Me levanto, me ducho, veo un rato a Mickey en TV5 Monde hablando un correctísimo Francés y a la hora convenida salgo para el hall del hotel. Cogemos por la mañana el tren de cercanías, pagamos el viaje de ida y vuelta ya que en el ticket ponía 2kl y se sobreentendía que eso significaba que valía para dos viajes. A finales de semana comprendimos que era sólo 2ª "Klase" y que sólo estábamos adquiriendo un billete, pero bueno, al igual que cuando fui a Lausanne, se ve que los suizos se fían mucho de que los ciudadanos compren su billete puntualmente. Eso sí, si te pillan en una inspección te cae un multazo, salvo que vayas de Lausanne a Ginebra y pagues el billete en el mismo tren, cosa que hice yo hace 4 años (a la vuelta porque a la ida también fui gratis porque no pasó ningún revisor).

Volviendo al relato, tras una mísera parada nos bajamos, preguntamos a un trabajador de IBM (entró en el edificio delante de nosotros) dónde estaba IBM y nos lo indicó amablemente, a unos 200 metros de la estación. Llegamos, tres de nosotros estábamos correctamente registrados y dos no, solventamos el problema rápidamente, nos dan nuestra identificación y el colgante pertinente para colgarla (evidentemente) y entramos.

Nos encontramos allí con un suculento desayuno que aprovechamos al máximo (al igual que el resto de los días). Tres zumos de naranja y tres croissants fueron mi desayuno durante esos días. Perdón, eran dos croissants y un bollo suizo que estaba buenísimo con sus pasitas y eso. Aunque el crujiente croissant que tenía hasta pipas pegadas por fuera estaba también que no veas.

Cogemos un refresco, en mi caso un té de manzana o algo así (el resto de los días sería agua) y entramos a que nos recibieran con los brazos abiertos. Nos presentaron, nos presentamos y tras un par de charlas/coloquio vendemotos ... umm, no sé si debía decir eso, entramos al curso. Allí empieza nuestro calvario con la tecnología pues no había ni adaptadores para enchufar los portátiles ni acceso a través de la wifi. Finalmente lo de la wifi se solucionó ... con cables de red normales y lo del enchufe ... pues gracias a la generosidad de Shadi, un joven africano barbudo afincado en Londres y que demostró con su amabilidad durante todo el curso que no todos los que llevan barba y rezan hacia la meca (imaginamos que era musulmán, nos dijo su país de nacimiento pero ahora mismo no lo recuerdo) llevan un cinturón bomba debajo.

Pasó el día, hicimos las primeras prácticas, interesantes prácticas del producto y quedamos muy satisfechos. El día acabó con una pequeña reunión cocktail-mini-cena a las 5 de la tarde donde pudimos probar salchichas locales así como otros embutidos, incluyendo el sucedáneo de jamón serrano que tienen por allí (si es que no era importado de algún lado). El queso y los salchichones sí estaban bien y la salchicha pues ... no he salido yo matando por salchichas, la verdad.

Tras ponernos como el quico, hablar un buen rato con un alemán hijo de españoles que nos saludó espontáneamente al escucharnos y hablar con un mega jefazo al que pudimos dar algo de palique preguntándole por sus tres ciudades favoritas en EEUU, nos retiramos al hotel.

En el hotel estuvimos nada y menos, aunque a mí me dio tiempo a ducharme. Tras este descansillo, volvimos a la conquista de Zurich, pertrechados con nuestros paraguas (nunca llovió realmente fuerte). En Zurich aprovechamos para hacer un recorrido complementario al que habíamos hecho el día anterior, de forma que junto a la zona más "turística", vimos también el casco antiguo y zonas más típicas del país. Fue una bonita incursión en Zurich, a pesar de la lluvia. Esa noche no cenamos pues el refrigerio de las 5 había sido realmente muy copioso. Además, la comida había sido también a las 12:30, horario europeo, por lo que se puede decir que ese día ya nos sincronizamos completamente con el que sería nuestro nuevo horario de comidas.

Y tras un día cansado, sobre las 10 o las 11 llegamos de nuevo al hotel donde leyendo y escuchando cadenas en francés caí redondo.

Un saludo, Domingo.

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